La cicatriz de sus nudillos se hacía un poco más dolorosa, provocándole
a Marcos recuerdos sobre aquella batalla, o más bien masacre, que había
sucedido en su aldea. Su cabeza aún daba vueltas en aquellos pensamientos.
Se encontraban en una posada en otra aldea, a su lado,
Lilith dormía plácidamente, y en la habitación al lado estaba su otro
acompañante, Alexander.
Marcos estaba sentado a la orilla de la cama sin poder
dormir, pensando en las casas quemadas y las ocho personas que habían muerto
casi de inmediato con las magias de muerte de aquella misteriosa persona, que
no era más que un clon de sombras de un verdadero mago. - Debí detenerlo...
pude detenerlo... - decía recordando, intentando evitar sus lágrimas. Lilith se
acercó por su espalda y abrazó suavemente a su prometido, esperando que se
calmara. Ella, por su parte, también estaba preocupada por la situación. De
ella, uno de esos clones de sombra casi le logra vencer, y quizá asesinar. Era
incapaz de vencer a un simple clon de una maga, era débil comparada con ella;
de no haber sido por Carlos, ella estaría muerta. De hecho, Carlos fue de mucha
ayuda para todos allí. Aun cuando no era de la aldea Kartus, ofreció ayudar en
la reconstrucción de las casas y recuperación de cultivos. Además de viajar con
el grupo de Marcos hacia su propia aldea, en la cual ahora se alojaban. La
razón por la cual viajar no era obvia en su momento, pero el sacerdote le había
dado instrucciones. Alex, como escudero del previo guardián, sabía la localización
del nido de fuego.
El ataque en la aldea había sido una distracción para el
robo de unas piedras mágicas, que estaban ligadas a portales de los nidos de
dragón, pero Privet, el sacerdote, cumpliendo con el ritual de juramento, había
destruido las piedras anteriores, dejando unas falsas en su lugar. Tras esto,
Privet dio indicaciones a Marcos y Alexander -Lo mejor será dirigirse a los
nidos de dragón. Y reconstruir los portales- aquello debía ser realizado por
Marcos junto con el previo guardián, pero ante su fallecimiento y la emergencia
que correspondía aquel ataque, esto era además de imposible, algo que
necesitaba realizarse con urgencia.
La noche desaparecía, y con el amanecer acababa el descanso
del trio de guerreros. Marcos abrazaba a Lilith con fuerza, quien suavemente le
despertaba con un dulce beso. Ambos se sonrieron entre sí, con Marcos incorporándose
para colocarse la armadura, mientras Lilith salía a tomar un poco de aire. La
chica observó a Alexander, equipado con la armadura del anterior guardián, y
con la espada clavada en el suelo. Al comienzo no pudo reconocerle, pero él sí
a ella -¿Y Marcos?- preguntó aquel, ante la mirada confundida de la noble. Tras
pocos segundos, la pelinegra reaccionó -Esta vistiéndose- explicó, mirando a
sus alrededores -Oye, entiendo que deseas pasar tiempo con él, pero un miembro
de la realeza no debería arriesgar su vida de este modo- intentaba advertir
sabiamente el guerrero, pero ella reaccionó -Hago lo que me plazca-. El hombre
quedó en silencio, no queriendo desafiarla, observando a Marcos salir de la
posada donde se alojaban. Tenía en la cintura de su armadura la bolsa de dinero
pequeña con la que viajaban, así como la daga de su preferencia. En sus manos
llevaba el báculo real de Lilith, otorgándoselo -Bien, supongo tenemos que
seguir. Lilith...- hizo una pausa, mirándole a los ojos -Supongo volverás a
Gifeat ¿cierto?- le preguntó, a lo que ella negó -Necesitaras ayuda, y mis
padres pueden manejar el reino sin mí-. Después de comprar algunas provisiones
de viaje y haber comido, el trio se encaminó hacia el campo, buscando camino
hacia la Ciudad Portuaria de Crus. Por el camino encontraron una caravana, la
cual abordaron para acortar el viaje. Todo parecía estar en orden durante los 2
días de viaje. Lilith había curado a uno de los mercaderes de la caravana y le
habían dado comida para el viaje como agradecimiento, quitando la necesidad de
cazar. Sin embargo, a mitad del viaje, a punto de llegar a la "zona
protegida" de la ciudad, unos bandidos atacaron a los vagones
transportados por caballos y a los viajeros. Aunque el grupo de bandidos era
largo, los mercaderes y andantes tenían armas para protegerse. Los otros
empezaron tumbando uno de los vagones, y con ellos las personas que ahí
estaban. Alexander no se hizo de esperar e inmediatamente sacó su pesada
espada, creando con ella líneas de llamas dirigidas hacia el enemigo. Los
viajeros intentaron atacar usando ballestas y arcos, mientras Marcos procedía a
ayudar a una mujer herida tras la caída del vagón; Lilith, por su parte, creaba
un escudo de magia alrededor de la caravana, deteniendo ataques mágicos de los
bandidos. Estos procedieron a lanzarse en un ataque directo, pero una de las
viajeras, armada con un látigo, provoco que uno de ellos tropezara. Alexander
detuvo su espada al ver el escudo mágico, y se dedicó a utilizarla para cortar.
El grupo de bandidos se acortaba, y los pocos que quedaban huían, pero su líder
se mantenía en su lugar. Con una espada curva, atacó a Lilith, quien para
defenderse usó su báculo, deshaciendo el conjuro del escudo. Marcos no se quedó
a mirar, y sin gritos de guerra, clavó su daga en la espalda de aquel
espadachín. Aunque una daga en medio de la adrenalina era nada, aún dejándola
clavada, el veneno que esta inyectaba era letal. La adrenalina que mantenía la
sangre fluyendo sólo le hizo acelerar el paso del veneno. Cayendo al piso, el
bandido con sus últimas fuerzas lanzó la espada hacia Lilith. La noble pudo esquivarle,
pero la espada estaba a unos pocos centímetros de su pelo. Con los otros pocos
bandidos huyendo, los mercaderes saquearon los bolsillos de ambos fallecidos y
desmayados. -¿Estas bien?- le preguntaba Marcos a su prometida, quien afirmaba
-Van tres veces que salvo tu vida, deberías cuidarte- dijo este a modo de
broma, causando quejas de parte de la princesa -La vez de la serpiente no
cuenta, y fui yo quien te salvó de los lanceros. Así que yo te rescate 3 veces
y tú 2- replicó. A mitad de esta discusión Alex les interrumpió -Dejad de
pelear, tenemos que continuar el camino- dijo. Marcos asintió con la cabeza,
pero a la vez sugirió ayudar primero a recoger el vagón y las cosas que allí
había. Los otros mercaderes ayudaron también, y la caravana se reencaminó
bastante pronto.
Al llegar a la ciudad portuaria, esta estaba repleta. Los
mercaderes de la caravana se instalaron rápido para aprovechar la tarde,
mientras otros se dirigían a los puertos. La seguridad era notable, con
guardias rondando las diferentes zonas del lugar, armados de alabardas y
espadas cortas. Marcos se dedicó a observar algunas mercancías, particularmente
cuchillos, pues el suyo lo había dejado clavado en el bandido, y quería tener
otra arma. Lilith buscaba en las diferentes posadas algún lugar sencillo donde
quedarse. Alexander por su parte reunió a ambos. Lilith se sentía secretamente
incomoda, pues para ella, como Noble, no le era normal pasar más de un día sin
bañarse, mucho menos una semana. Marcos por su parte no dejaba de mirar en
dirección hacia la aldea, aún a kilómetros de esta, le preocupaba el estado de
sus padres y hermano. Alexander les volvió en sí mismos rápidamente -Escuchad,
desde aquí tenemos la oportunidad de llegar al Nido- decía, sin dar muchas más
explicaciones. Con un catalejo, que le entregó luego a ambos jóvenes, les
indicó el lugar -Una montaña...- dijo Marcos, con lo que Alex le silenció -Mantén
los ojos abiertos y la boca cerrada. Recuerda que tu trabajo es protegerles, y
muchos desean saber su localización-. Marcos entendió, y simplemente preguntó
cómo llegarían -En barco. Construiremos uno en poco tiempo- explicaba
Alexander, ante las escépticas miradas de ambos jóvenes
-No estás en serio, podríamos comprar uno- sugirió Marcos,
viendo la facilidad en el proceso
-¡No! - exclamó Alex -El dinero es escaso, y tú dudo que
sepas cazar tu propia comida. Haz mejor uso de tus habilidades- le decía,
aunque Marcos ignoró sus palabras, quejándose. Para él, debían estar listos en
el menor tiempo posible, y hacer el portal era una prioridad, más de lo que
sería comer. Para evitar gastos, los 3 se alojaron en los establos en el
interior de las murallas. Lilith se incomodó bastante, indispuesta a dormir de
ese modo, y no pudo conciliar el sueño. Alex cayó dormido de forma inmediata, y
Marcos se mantuvo en guardia, sintiéndose intranquilo por la situación. Debían
actuar rápido, pues lo que sea que buscaba robar las piedras de teletransportación, también buscaba llegar a los dragones.
- Así es señor, al volcán, han dicho- le decía aquel hombre,
arrodillado a él.
- El nido de fuego- replicó en un susurro, notando lo obvio
-lo seguiremos hasta allá entonces, antes de que logre hacer el portal- decía, sonriéndose
a sí mismo.
- señor, dijo usted que su padre...-
- Mi padre no tenía las magias que yo tengo. Y yo puedo
cuidar a los espíritus mejor que el gracias a eso- finalizó, encaminándose
hacia la ciudad portuaria.